Crónicas de un ciclista urbano: «No se os ve, no se os ve»

Desde el día 1 de Enero ya se sabe: Año nuevo, vida nueva. Así que he cambiado mi horario de trabajo habitual por una jornada intensiva desde las 8 de la mañana. Salir tan temprano implica más preparación que con mi anterior horario (entrando a las 10 de la mañana) y lo más importante es que saliendo tan temprano de casa (a las 7 am) hay que tener en cuenta la iluminación. Por eso a la iluminación habitual he incluído una luz que es una tira de unos 20 cm que va enganchada en el tirante del cuadro de mi bicicleta y  una mochila que me trajeron los Reyes Magos, Chrome Industries Messenger City Night, con cordura y panel en material reflectante 3M. Y que abarca casi toda la espalda.

Bien, pues hace unos días en la ruta al trabajo, pasando por Príncipe de Vergara veo al fondo, dirección Serrano un parpadeo rojo característico de luz ciclista. Efectivamente, según me voy acercando (iba un poco más rápido que el, cosas de ir en bici de carretera en vez de en MTB) veo que lleva la luz enganchada a su mochila, gira por Serrano y me lo encuentro parado detrás de bastantes coches que estaban esperando a que se pusiera en verde el semáforo que hay justo en el cruce con Concha Espina, donde el Hospital San Rafael. A todo esto yo pasé por Príncipe de Vergara sin mucho tráfico y no me fijé en ningún coche que siguiera mi ruta.

Decido pasar entre coches para situarme delante en el semáforo, cuando dos coches delante de este compañero ciclista, una señora, con la ventanilla bajada me dice: «No se os ve, No se os ve». Sorprendido, le respondo: «¿Cómo no se me ve? Llevo dos luces, esta grande, mochila reflectante…». La señora duda un momento, me mira de nuevo e insiste: «Si si, el de la mochila… No se os ve». Entonces se pone el semáforo en verde y continuamos nuestra ruta.

Esta primera anécdota me recuerda a aquella vez que un motorista, de día, me recriminó que no se me veía, reduciendo a 30 en plena vía de servicio de la A-1, donde yo iba por un arcén de mas de 1,5 metros. Y me pregunto lo mismo que la otra vez: ¿Por qué los ciclistas somos blanco de las críticas? ¿Acaso los ciclistas en los semáforos vamos coche por coche diciéndoles «oye, que no has señalizado», «estabas parado en doble fila», «circulabas a más de 50 km/h»?. Independientemente de que esta señora se confundiera o no de ciclista, y de que este compañero ciclista fuera mejor o peor equipado, no circulaba mal… ¿Por qué debería recriminarle? La única impresión que queda es la de que los ciclistas molestamos, que se nos tiene cierta aversión y a saber qué dirán de nosotros dentro del anonimato de sus coches.

Ese día fue especialmente «raro» porque apenas un kilómetro después, en la cuesta abajo de Serrano, llegando a la conocida como plaza de los delfines, para poder continuar por Serrano tengo que cambiar del carril derecho al menos al central o al izquierdo, y la calle bajaba cargada de tráfico, así que miro, señalizo y cuando pretendo cambiar de carril me adelanta una moto por la izquierda, a apenas centímetros, que además su conductor pasa mirando y jurando en arameo algo sobre mi brazo. No se, creo que para la próxima directamente decido girar y que sea lo que Dios quiera, no vaya a ser que por señalizar mi próxima maniobra vaya a molestar a alguien. Eso o me corto el brazo.

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