Crónicas de un ciclista urbano: Mea Culpa

Bueno, hoy toca reconocerlo… Ayer me llamaron la atención dos policías municipales por saltarme un semáforo. Y además voy con un auricular escuchando música.

Subía por Paseo del Prado dirección Cibeles y en el segundo semáforo peatonal, a la altura del Museo del Prado, se puso en rojo justo al llegar, frené, dejé pasar a los peatones (que cruzaban por el espacio reservado para que motos y bicis nos paremos adelantados a los coches) y, esquivando a la última señora que quedaba por cruzar escucho un grito: «¡Eh!»

Policías: «¡Te has saltado el semáforo!»
Yo: «Si, perdonar, es que prefiero adelantarme a que lleguen los coches…»
Policía1: «¡Pero si te has adelantado veinte metros!»
Policía 2: «Con gente pasando por ahí y todo…»
Yo: «Joder, disculpad…»
Policía1: «Y con auriculares… ¡Dos denuncias!»
Yo: «Toda la razón. Disculpad»

A todo esto, el semáforo anterior se había puesto en verde y veía a los coches llegar por detrás, no precisamente a 50. Y encima me sentía muy, muy, muy avergonzado. Así que con un «Lo siento», al más puro estilo Juan Carlos I, continué mi marcha.

Fíjate que me paro en el 90% de los semáforos que atravieso cada día. Tan sólo me adelanto a la salida de los coches, y me salto los semáforos peatonales cuando no cruza nadie. Incluso, si veo otro ciclista me paro con más motivo para «dar ejemplo». Pero esta vez iba pensando en mis cosas, despreocupado, y ya había dejado pasar a la gente… Y, en cualquier caso, no hay excusa.

También soy de los que piensa que los ciclistas deberíamos tener luces en los semáforos propias (en este caso un amarillo intermitente ayudaría a que, si no cruzan peatones podamos pasar con precaución y sin infringir ninguna ley, siempre respetando al peatón).

Pero claro, hasta que eso no pase, soy un infractor. Luego, dándole vueltas al tema, llegué a pensar que, a pesar de tener suerte y no ser multado, debería haberme parado y pedirles que me multaran. Entonces tendría mi castigo y la excusa para pedirles que también estuvieran pendientes de los coches que, en Paseo del Prado como en otras calles, circulan por el ciclo-carril a más de 30 km/h. Claro que a un coche no se le para con un simple «¡Eh!». Y justo ahí también ponen radares de vez en cuando (no se si para controlar los 50 o los 30 del ciclo-carril).

Y lo más curioso, giro en Cibeles para subir por Alcalá, donde disponemos de un carril bici para subir cómodamente, y me cruzo con un compañero ciclista que bajaba por ese carril bici (en dirección prohibida, evidentemente) y con auriculares. Le indico que ese carril es de subida y ni me oye… Con razón me llaman la atención los agentes si lo que ven todos los días son infracciones así.

En cualquier caso, estos agentes tenían razón, intentaré ser más estricto conmigo mismo y respetar más leyes y por mucho que quiera que las cosas cambien, hasta que no cambien debo cumplir las leyes.

PD.- En cuanto al auricular, cogí la costumbre de llevar un auricular (el derecho), por un tema personal. Está mal quitarse un sentido para circular, por eso no abuso del volumen y llevo puesto sólo un casco para escuchar si viene un coche, si me grita un agente (o un conductor), etc…

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