EL PEEB ciclista: EL HAMBRE y las GANAS de COMER.

Madrid, a 5 de diciembre de 2016.

El pasado día 1 de diciembre se presentó en CONAMA 2016 el documento “Directrices para un Plan Estratégico Estatal de la Bicicleta” (PEEB), además de un manifiesto de diez puntos en el que se pedía el apoyo del colectivo ciclista y un vídeo promocional elaborado por ConBici. El documento de “propuesta” había sido realizado por la denominada Mesa Nacional de la Bicicleta entre los meses de marzo y agosto de 2014. A la presentación, y posterior debate, acudieron numerosos miembros de asociaciones y colectivos ciclistas autorizados y contó, entre otros, con la participación de Fco. Javier Villalba (DGT. Jefe de la Unidad de Ordenación Normativa), Edorta Bergua (Diputación Foral de Guipuzkoa. Técnico promoción/planificación ciclista) y Nacho Tomás (RCxB. Secretario técnico).

-¿Por qué cree usted que ha tardado tanto tiempo la DGT en tener en cuenta, en colaborar, en un PEEB, teniendo en cuenta la importancia de ese vehículo privado (*), tan sostenible en las ciudades, que es la bicicleta?.

“Las cosas llegan cuando tienen que llegar. No estaba en la agenda política. Lo importante es que estamos y que no puede tener marcha atrás. Hay que intentar armonizar y unir todo lo que se hace bien”. (Francisco Javier Villalba. DGT)

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De izda a dcha: Edorta Bergua, Ramón Ledesma, FJ. Villaba y Toño Pérez.

EL HAMBRE

Hace muchos años que hacía falta un Plan para el vehículo privado bicicleta. El hambre de los ciclistas españoles por formar parte como miembros de pleno derecho del Tráfico había sido calmado por parte de los diferentes gobiernos y degetés con una dieta a base de exclusión, ninguneo y miguitas de pan, con los cascos y seguros de por medio. Todo lo contrario, según leo, que ha sucedido en un buen número de países de la UE que tienen eso que solemos denominar “cultura ciclista”, y que no es lo mismo que disfrutar montando en bicicleta. Somos, queridos ciclantes, lo que no hemos sido capaces de conseguir.

Ante la inexistencia hasta hace bien poco de una cultura de ciclismo urbano, de transporte sostenible, las primeras y fundamentales demandas por defender los derechos, y la propia vida, de todos los conductores de bicicletas habían partido de los esforzados de la ruta, en pelotón para estos fines. Por tanto, no es casualidad que entre los seis miembros firmantes de tan magna propuesta se encuentre la Asociación de Ciclistas Profesionales (ACP) -estaba anunciado Perico- y la Real Federación Española de Ciclismo (RFEC), que abre la participación también al resto de ciclistas deportivos.

Tampoco debería sorprendernos, atendiendo a esa indisoluble relación entre negocio y el derecho de la libertad de circulación ciudadana, que gestiona con prioridades y con coercitivas r-407-a la DGT, que en la Mesa figuren los fabricantes de marcas y bicicletas (AMBE) y “el primer lobby empresarial -así dicen en su web- que une a todo el sector de la bicicleta” (PEB). La Red de CicloJuristas, se encargaría, seguimos esperando, de que todo cuadrara, normativamente hablando.

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Hace quince años que en Francia se cambiaron muchas r-407-a por S-35 (B-22 y C-113 resp.) Aquí, los Aytos.,que las ponen, se la juegan y, nos mantienen en el limbo. Aún, pendientes de la aprobación  del catálogo.

Y claro, entre los firmantes, también está la “entidad de referencia” ConBici, que asocia a 59 grupos ciclistas distribuidos por todo el territorio nacional y que, en Madrid, una ciudad ciclista en plena eclosión, pero en el desierto urbano durante décadas, está “representado” por el veteranísimo Pedalibre, y por «Coslada en bici». Podríamos asegurar, sin riesgo de demandas de paternidad, que estos son algunos de los padres del Plan, Estatal, que se propone, aunque también he percibido que hay mucho político en RED echando canitas al aire. Por otra parte, creo que nadie nos demandaría, ni nos cerraría la boca, sin dijéramos que hay demasiados sectores ciclistas urbanos repartidos por toda España, estratégicos y/o críticos, que han sido excluidos, ninguneados y que ya no se conforman con unas miguitas de pan.

Creo sinceramente que, de haberse abierto el espectro, de haber ido con más calma, esta propuesta de Plan no habría salido adelante en los términos que se proponen. Probablemente, y lo estamos viviendo así en Madrid, aún seguiríamos discutiendo de segregación y de cicleatonismo, entre otras. Sin ese debate, real, algunas de sus propuestas no parecen el fruto, como explicaré, de las demandas de los tiempos de movilidad sostenible en que vivimos, sino más bien el resultado del hambre del pasado, muy legítimo por otra parte. Un hambre, que se junta con las ganas de comer, de comernos, del lobby de la automoción, que gana tiempo con la reconversión eléctrica, y que gestiona con mano izquierda la codicia de un creciente lobby de la bicicleta en el que hay consultorías que llevan unos añitos haciéndose “les couilles en or” . A base de infraestructuras, principalmente.

Inocencia, a mis años activismo ciclista urbano, la justa. Por mucho que lo decoren con pildoritas de placebo, el que se presenta es un Plan que parte de un atávico y recurrente complejo de inferioridad del ciclista, de la bicicleta, fomentado por el pertinaz miedo ejercido en docenas de manuales ciclistas cochistas. Un miedo que no es real, ni deseable, en la movilidad urbana del futuro. Por descontado que muchos ciclistas, amantes del fomento de la bici avant tout, pensarán que lo importante es que haya, al menos, algo con lo que empezar, pero, antes de tomar la decisión de apoyarlo habría que preguntarse hacia dónde nos conduce este plan.  

EL ENTREMÉS

Curiosamente, fue el manifiesto para el que se pide la adhesión el que me impulsó a una lectura pormenorizada de la propuesta completa, cuya redacción ha sido coordinada por el colega Juan Merallo. Lo digo a título informativo nada más, porque, aunque mantenemos diferencias de doctrina, todo lo que escribo hoy carece de la más mínima importancia en comparación con la situación personal que está sufriendo este activista de pro. Por este motivo, en adelante, me dirigiré, con mi “palabra tremebunda” únicamente a la Mesa.  Ánimo, Juan.

Volviendo al manifiesto, apoyado por CONAMA, lo definiría como bikefriendly y tan políticamente correcto, que parece que hemos olvidado –borrón y cuenta nueva- quién ha sido nuestro carcelero durante todos estos años. Pero es que, en el presente, parecemos seguir ignorando contra quién tenemos que luchar para que la bicicleta sea un medio de transporte “óptimo”, y seguro. Son ellos, los coches, aquí y allá, contaminantes o verdes, encarrilados o libres, los que nos atropellan y los que nos atropellarán. ¿La solución es convencerles de que somos tan maravillosos, que lo somos? ¿O, acaso, apartarse de su camino, quizás, para siempre? Desincentivarles…, sugieren. Rotundamente, no. No es suficiente.

Haya o no respuestas, en este manifiesto florero, los «mensajes» al coche, a la moto y demás cuatroruedas, que son los que convierten nuestras ciudades peatonales en insostenibles, en irrespirables, en insolidarias, no existen. Parece estar exquisitamente redactado para que la DGT de los vehículos a motor, que tutela el Plan desde un Pegasus, no se levante de la mesa. Ese buenrollismo dice muy poco de la honestidad de algunos de los objetivos ciclistas que dicen perseguirse, y que quedan en evidencia al trasluz. Y dice mucho de un complejo de inferioridad, vestido de amor a la bicicleta, que no nos deja evolucionar ni a nosotros ni a las ciudades en las que vivimos. Porque, si la bicicleta es tan powerfull: ¿A que viene renunciar, como veremos, por arriba y por abajo, a la toda la calzada urbana? ¿Cuantas veces recurrirán a los niños y a los ancianos para justificar lo que no son capaces de plantearse hacer un buen número de ellos?

EL MENÚ

El texto-propuesta del PEEB, fruto de un encomiable trabajo a marchas forzadas y cuyo retraso sólo se justifica por los vaivenes políticos, aborda un amplísimo repertorio de aspectos relacionados con el mundo de la bicicleta, y sus variedades, que era necesario que, por fin, tomaran carta de naturaleza para que empezaran a crecer. Sin embargo, en este artículo, he preferido centrarme en el ciclismo urbano, una especialidad en la que los proponentes, sabedores de las reticencias que despiertan ciertas doctrinas y palabras, juegan al gato y al ratón con todos nosotros. Es algo así como un ser y no parecer ser. Es un parecer lo que no se es, pero dejando claro lo que quiere ser ¿Se entiende? Yo,  perfectamente. A ver si os lo consigo explicar a los SinBici.

El primero de los grandes errores que tiene el PEEB es ignorar que el futuro de la movilidad sostenible urbana pasa por los vehículos eléctricos, incluidas, claro está, las bicicletas. Llegar tarde, al menos debería tener la ventaja de la perspectiva. Resulta paradigmático que mientras este tipo de tecnología será la apuesta salvadora del vehículo a motor, la e-bike, que ha hecho volar, incluso con un solo ala, a docenas de miles de madrileños, carezca de importancia estratégica que merece. Este negacionismo de las posibilidades de la tecnología, al alcance de los niños de 14 años, para integrarse en “el flujo circulatorio de los vehículos” en el ámbito urbano (pag.14), es vergonzoso. En el caso de la ampliación/revisión del Plan Director de Madrid, gestionado por GEA21, y con el beneplácito de un Ayuntamiento que acaba de municipalizar el servicio de bici pública, 100% asistida, BiciMAD, injustificable. ¿Por qué niegan? ¿Por qué ignoran? ¿Por qué no apuestan? Sencillamente, porque el miedo fabrica celdas mentales, y la realidad, las quita. ¡Aquí, en medio del PEEB, tenía que haber estado el nuevo gerente de BiciMAD tirándose el pisto y abanderando el transporte urbano sostenible del futuro!

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Unos usuarios de BiciMAD circulando por Madrid.

El segundo de los grandes errores, que dábamos hace un lustro por superado, es seguir tolerando y justificando que el fomento e integración de la bicicleta en la ciudad se produzca a costa de los peatones, los eternos reyes sin corona. En el apartado 4.2.2 (Ciclismo urbano y metropolitano. Infraestructuras) hay un párrafo que, en mi opinión, define a la perfección el espíritu de la relación con los peatones que propone este PEEB famélico en las ciudades, muy influenciado por el cobarde acerabicismo centroeuropeo, y que reproduzco, con retortijones, literalmente: (…) “La mayoría de los espacios urbanos deberían ser de preferencia peatonal, donde la bicicleta pudiera circular sin disminuir en ningún caso la seguridad y comodidad peatonal. Por último, la bicicleta por las aceras podría tolerarse excepcionalmente en algunas circunstancias pero nunca ser la norma. Estos principios deben ser normativos y verse reflejados en el diseños urbano”. Ese retrovirus inoculado por el lobby de la automoción en tiempos de voraz expansión urbana, y que se llama cicleatonismo, quedaría reconocido con este PEEB para la eternidad. Las innovadoras superilles de Barcelona, explicadas a vuelapluma por Sílvia Casorrán en esta misma sesión,  ya nos avisan de que, en ellas, las bicicletas “podrán circular por todas las calles”.

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Hay que bajarse.

He dejado para un tercer lugar las vías ciclistas, vamos el CARRIL BICI de toda la vida. La reproducción del texto (Aptdo. 4.1.2. Vías ciclistas) me va a granjear una centena de enemigos más de los que habré cosechado hasta ahora. No los busco, me los encuentro. Reproduzco, ya desde el WC, la denominada “Teoría de los carriles-bici Güenohs” (*) que ni los maestros carrileros holandeses han sabido resolver a pesar de su centenaria cultura ciclista: “Proliferan cada vez más los carriles y vías llamadas ciclistas con unas condiciones técnicas deficientes, cuando no pésimas, que lejos de suponer una seguridad para el ciclista, se convierten en una trampa, y en no pocas ocasiones resultan intransitables o generadoras de conflictos con peatones y vehículos motorizados. Urge una normativa de obligado cumplimiento sobre las vías ciclistas en base a criterios técnicos que garanticen la seguridad y comodidad de las mismas, especialmente en las intersecciones. Su anchura, su tipo de firme, las curvas, la distancia/separación desde las aceras y el resto de carriles del tráfico…y los diferentes tipos. (…)”. El traductor de Google dice que avise a los de “les couilles en or”, expertos encajadores de bolillos.

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Para terminar, y sin querer entrar en más detalles, una obligada reseña a los que quedan fuera de este PEEB, algunos de los cuales en esa misma sesión ya lo dijeron, como son la ciclologística (Txita) o lo que pasaría por encajarse dentro del concepto de cicloturismo urbano (Trixi).

LAS GANAS DE COMER

Sin embargo, ninguna de estas propuestas, las buenas y las malas, habrían llegado tan lejos sin las ganas de comer. El lobby de los vehículos a motor tiene desde hace años un gravísimo problema de insostenible movilidad para el que tiene, también, un PEEC, un planazo. Si todo va bien, en los próximos diez años no quedará sobre el asfalto ningún coche ni moto en condiciones de acabar con el planeta Tierra, al menos, en otro par de décadas. Ni que dañe nuestros maltrechos oídos. Pero, ojo al parche con el reciclaje de “lo verde”. Y lupa al canto con el insaciable poder usurpador de espacios urbanos del coche que puede acabar relegando a los peatones a los oasis-parque y a los ciclistas a la reserva india, que es una red de carriles bici más una ciclovía dominical.

Según he podido escuchar en estos días en varias ponencias a las que he asistido, en breve, el 80% de la población nos arrejuntaremos en núcleos urbanos. No soy un experto, pero me da la sensación de que la consiguiente expansión geográfica de estos núcleos urbanos tenderá a unirlos y a asociarlos en redes (de municipios, de ciudades, de bicicletas…) y la movilidad sostenible se convertirá en un elemento clave de esta vertebración de proximidad.

En este juego de comunicaciones, el gran poder de la bicicleta, y de vehículos similares de dos o tres plazas, capotados, cubrirían gran parte de la demanda de desplazamientos cotidianos de la ciudadanía de la manera más saludable que existe y con la ayuda inestimable de la intermodalidad con el transporte público. Dicho de otra manera: si la bicicleta, de pedalada asistida o no, se adueñase de una parte importante de la movilidad de nuestras ciudades, acabaría con el imperio de la automoción de las cuatro ruedas y con el PIB de medio mundo. De ahí le vienen al lobby las ganar de comer. A esta revolución ciclista hay que controlarla y colocarla en el lugar adecuado. Como diría el de la DGT: “Las cosas llegan cuando tienen que llegar”.

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Este Imperio, lo sabe, y controla el Sistema a través del mercado de la publicidad, de los impuestos que genera al Estado con el combustible o siendo clave en los índices de desempleo, y por no adentrarnos mucho más en sus fauces, a buen seguro acabará gestionando las nuevas fuentes de energía. Mientras llega “lo verde”, unos diez años, hace seductores guiños a los ciclistas en los anuncios de bemeuves o en los PMUS, una herramienta que se puede apretar a izquierdas o a derechas. Su poder de seducción es tan ancestral como solvente. Sabe que los ciclistas somos realmente peligrosos para cuestionar su dominio ahora mismo, cuando apestan. Una vez encarrilados, en redes, compartidas incluso con los peatones, tan sólo sería posible revertir la situación mediante una revolución: imposible.

LA DIGESTIÓN

Uno está completamente convencido de que este PEEB será aprobado por la vía rápida de la estabilidad política y que se aproximan tiempos de estrecheces para el ciclismo urbano y para la convivencia ciudadana, aunque, no pierdo la esperanza. Resulta imprescindible que tanto los peatones como los ciclistas que no estemos de acuerdo con este planteamiento luchemos unidos por recuperar los espacios usurpados por los vehículos a motor, que seguirán siendo fagocitados por los que vengan, legitimados ya, con “la pila” bajo el capó. Este PEEB, prefiere enfrentar a los ciclistas urbanos con los peatones, vendiendo una armonía que no es más que la imposición de la que son víctimas en la calzada, en vez de enfrentarse al coche. Y ya hemos pasado por esto: Nunca más.

Por lo tanto, amigos, concluyo que es necesario un PEEB, pero digo NO a esta propuesta de PEEB, digo NO a este manifiesto. Si a la bicicleta en una ciudad 30km/h, con muchos menos carriles de circulación y con muchos menos coches circulando, y sin motos ni bicicletas sobre las aceras. El peatón, es el rey de la ciudad y debe portar la corona. La calzada, calmada y adelgazada, debe de ser accesible para todos los vehículos. La bicicleta, paradigma de la movilidad sostenible, no puede echarse a un lado ni subirse a las aceras. Es, ahora o nunca, LA RESPUESTA VERDE. 

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Imagen de la Gran Vía de Madrid, que recientemente a ampliado sus zonas peatonales con motivo de las fiestas navideñas.

(*) Formulé la pregunta con una puyita. Para no referirse al «coche privado», Villalba, utilizó el eufemismo de «vehículo privado». Debería saber, a estas alturas, que mi bicicleta es, también, un vehículo privado. Con que diga «coche», a secas, le entendemos. El chip.

(*) La Teoría se basa en que, una vez implementados por la Administración los carriles bici pedidos por una parte de la población como si fueran la Panacea, al usarlos, muchas veces en fin de semana, se dan cuenta que no son, ni tan seguros, ni tan buenos, como creían. El paso siguiente es una mezcla de desilusión e indignación que lleva a pedir que estos carriles sean «buenos» o, lo siguiente, «güenohs» o «como en Holanda» ¡Y a hacer caja!

por @deteibols

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