El paso a la bici eléctrica

Ha llegado el verano, anochece más tarde, la temperatura acompaña y he decidido comprar una bici eléctrica.

No quiero ser el nuevo Induráin del pedaleo asistido ni aspiro a ganar tours como Chris Froome. No. Simplemente quiero ir y volver del trabajo haciendo algo de ejercicio, sin problemas para aparcar, sin contaminar y por el menor coste posible. Y es que recientemente cambié de trabajo y lo que era mi rutina habitual de combinación de metro y autobús, en la nueva oficina es prácticamente imposible. Además, no estoy muy lejos de mi casa, aproximadamente unos 8 km.

Tengo un amigo, ciclista urbano desde hace años, que me insiste en que pruebe con una bicicleta convencional, pero mira, no quiero llegar sudando y, sinceramente, ya no soy el mismo que cuando tenía 30 años. Algo de movimiento, si, pero en esta ciudad de cuestas que es Madrid, contar con la ayuda de un motorcito eléctrico… Ni tan mal.

En la nueva oficina, además, hay aparcabicis. He preguntado a mis compañeros y solo uno recuerda que robaran una bici hace años. Así que, decidido, me encaminé a una tienda nueva que hay cerca de Madrid Rio (Vuk Bikes) y busqué una bici que me gustara, sobretodo, por su aspecto.

Estuve probando una plegable eléctrica, pero me parecía demasiado «nerviosa». Con esas ruedas tan pequeñas, cualquier movimiento del manillar era un sobresalto. También me comentaron la opción de poner un kit eléctrico a una bicicleta mía, pero la verdad es que la única bici que tengo está en el pueblo y creo que me costaría más restaurarla que otra cosa.

Al final me decanté por una bicicleta urbana, con una autonomía de 50km, tres niveles de asistencia al pedaleo, manillar recto, una rueda no tan gorda como una de montaña, pero, según me dicen, mixta, para uso en asfalto y tierra. ¡Incluso con lluvia! Aunque yo no me imagino llegando empapado a la oficina. Ya veremos, que en Madrid no llueve tanto.

Como es un modelo básico (no quería gastarme el dineral de alguna de las bicicletas que me enseñaron), no lleva velocímetro, así que he buscado un velocímetro para bicicletas eléctricas y ahora puedo controlar a qué velocidad voy en el manillar de la propia bici. Además, candado, que aunque no roben en esta oficina, tampoco quiero ponerlo fácil con una bici tan nueva y tan «pintona«.

Después de una semana no puedo estar más contento con mi compra. Tardo apenas media hora por trayecto (respetando semáforos, por supuesto). Aprovecho muchos días para hacer la compra. Lo básico, pero me estoy planteando ponerle alforjas o algo similar. Además, estoy empezando a utilizarla para más tareas: recados, visitas y hasta cañas con los amigos.

Resumiendo, desde aquí animo a todo el mundo a apostar por una bici eléctrica, da igual edad y condición física, con la asistencia al pedaleo nunca es tarde para recuperar la ilusión (y sin esfuerzo).

Escrito por
bigsome@gmail.com
Ver todos sus artículos
Escrito por bigsome@gmail.com