Madrid, a 26 de febrero de 2017.
El pasado mes de octubre comenzaron las obras para la adecuación del itinerario ciclista “Avda. de los Toreros/Gran Vía de Hortaleza” que contará con una combinación de tramos de ciclocarril-30, de coexistencia con el resto de vehículos, y de carril bici, segregado en calzada y exclusivo para bicicletas. En la tarde de ayer comenzaron a pintarse las primeras marcas viales y pudimos comprobar que se trata del modelo utilizado, con escaso éxito de usuarios hasta la fecha, en Las Tablas y Montecarmelo.
Esta novedosa vía ciclista, que ahora se pone a prueba en zonas más “céntricas”, es una evolución de la implantada por los técnicos municipales en la avenida del Mayorazgo (Ensanche de Vallecas) a finales del año 2013. Quedó operativa en los paus del distrito de Fuencarral en enero de 2014 y dio lugar a la campaña “Salvando los carriles bici de Las Tablas” que realicé a lo largo del mes de febrero de 2015. Cuento, pues, con la perspectiva y los kilómetros suficientes como para analizar sus pro, sus contra y las posibilidades de viabilidad que pueda tener en su nueva ubicación. Los objetivos de la campaña fueron estos:

Según se argumentaba en el PDMC (2008-2016), recientemente actualizado, estas intervenciones en el sobredimensionado viario de los ensanches de la ciudad, pretendían reducir la “inseguridad vial debido a un número excesivo de carriles” y desarrollar las “redes distritales y locales”. Los resultados, fueron bien distintos en uno y otros casos. Así, en Vallecas, la bicicleta fue la excusa para dejar “tan sólo” tres carriles por los que los vehículos a motor siguieran volando. Nadie en su sano juicio se atrevería a afirmar que se estaba quitando espacio al coche por dedicar un carril, por muy ancho que fuera, para las bicicletas. En cuanto a los de Fuencarral, al pasar de dos a un carril, se produjo un cierto calmado del tráfico y una evidente reducción del espacio de circulación. ¿Cómo repercutieron estas aparentes ventajas en el desarrollo de la práctica ciclista en estos barrios? Analizaré primero la infraestructura, y después sus consecuencias.

La principal novedad de los carriles bici tipo Las Tablas/Montecamelo, y el coetáneo de la calle Castillo de Candanchú, totalmente diferente, residía en que no eran obligatorios. En el panel de señalización vertical figuraba, figura, la cuadrada S-35, que aún sigue pendiente de legalizarse a la espera de la aprobación del nuevo catálogo de señales del Ministerio de Fomento, en lugar de la redonda y coercitiva R-407-a. Sin embargo, hasta el momento, esta “no obligatoriedad” de circulación ha demostrado ser insustancial (los ciclistas circulan por ese carril al ver el pictograma-imán de la bici y estar a la derecha), impracticable (los conductores te mandan “a tu carril” con sus pitos y es una bronca continua explicarles lo que no tienen obligación de conocer ni obedecer) y peligrosa (en caso de siniestro, las aseguradoras alegarían que la S-35 no existe y habría que repercutir contra el Ayuntamiento) ¿Merece la pena dárselas de listillo?

Además de la no obligatoriedad, que parece -ver para creer- va a ser la norma en los nuevos itinerarios ciclistas que se proyectan, existen otros detalles que perfilan este carril bici. Se trata de una vía ciclista exclusiva/segregada para bicicletas y, muy importante, del mismo ancho que el resto de los carriles de circulación. Además, cuenta con unas bandas de protección lateral que te centran y que te distancian, por la derecha, de la apertura inesperada de puertas de los vehículos estacionados, y por la izquierda, con refuerzo sonoro, de los que circulan en paralelo. Si los conductores lo respetaran, podrías circular a la velocidad que quisieras, incluso en paralelo, con tus hijos, sin tener un coche detrás que te apremiara. Ahora bien, no es oro todo lo que reluce.


Como puede verse en las fotografías, las líneas que delimitan este carril, a diferencia del nuevo de la calle Toledo, son discontinuas, lo que permite la entrada y salida del mismo, tanto a las bicicletas, una ventaja para el cambio de carril, como de los coches, que entran y salen del aparcamiento. En los casos precedentes, y dadas las características propias de aquellos barrios, la entrada/salida de coches se producía a unas horas muy determinadas, habiendo mucho tiempo de inactividad, de tranquilidad. Sin embargo, en la Gran Vía de Hortaleza, con la cercanía de un gran centro comercial y un centro de especialidades médicas, por ejemplo, resulta razonable pensar que se pueda producir una rotación más acusada. La entrada y salida de autobuses sigue siendo también un problema para un carril que, se supone, te aísla del mundanal tráfico. Aunque como podemos imaginar por lo expuesto, no es, exactamente, así.

Con todo, aún quedan por destripar algunos de los más grandes inconvenientes de este tipo de carril. Uno de ellos, comprobado día a día, es la frecuente invasión de los vehículos a motor, bien por falta de uso de los ciclistas, bien por el desconocimiento/sorpresa de los conductores no habituales, o bien para sortear el atasco. La línea discontinua, queridos colegas, es una puerta giratoria, también, para la doble fila. ¡Y no llames a la policía!. Yo hice una campaña para ello y nunca vinieron a Las Tablas a poner una sanción, ni por lo primero, ni por lo segundo. El otro gran problema, del que adolecen todas las vías ciclistas segregadas, lo que las convierte en realmente peligrosas para los ciclistas no experimentados, es el riesgo de colisión que suponen los giros de los coches a derecha, o a izquierda, en el caso del nuevo carril bici de la calle Aquitania (Ciudad Lineal) El conductor, casi nunca espera, ni ve, ni respeta, por mucha señal que lo indique, la prioridad del ciclista. Cada cruce, es un posible conflicto que turba la calma chicha carrilera.

Como he dicho con anterioridad, los carriles bici de Las Tablas, donde resido, centraron una parte muy importante de mi activismo ciclista urbano en tiempos pasados. Calzadista convencido, en un primer momento pensé que aquella nueva infraestructura, que yo vendí en alguna ocasión como más segura que los mismísimos ciclocarriles con la intención de dar confianza, iba a bajar a los vecinos ciclistas del barrio de la acera y del Anillo a la calzada. Que aquel bicibús que realizaba con los peques de la Escuela Ideo todos los viernes, era la película perfecta para que cundiera el ejemplo en el resto de los colegios. Estaba convencido de que, aquellos supercarriles, iban a convertirse en la vía de comunicación diaria de cientos de trabajadores de Telefónica y del BBVA. Incluso, pensé que no habría mejor escenario para la instalación de una red circular de BiciMAD que conectara con la estación de Cercanías de Fuencarral. Por descontado, nada de eso. ¿Podrán el nuevo modelo de gestión participada impulsado por Carlos Corral y pilotado por Urban Prospects, o el nuevo proyecto de Camino Escolar (metodología STARS) de la Junta Municipal y la consultora EBxM, revertir esta situación y poner en valor estos carriles bici?

La realidad es que después de todo ese tiempo, de todo el esfuerzo realizado, el número de ciclistas que los utilizan entre semana es prácticamente insignificante, creciendo en fin de semana para la práctica deportiva y de ocio por encontrase las calles desérticas, sin coches, y ser continuidad del Anillo ciclista. En el caso de Montecarmelo, además, se da el sangrante caso de los niños del Colegio Alemán, que llenan el aparcabicis, si, pero, ay, llegan circulando por las aceras. Poco a poco, me fui dando cuenta que ni siquiera este carril iba a ser capaz de bajar a los ciclistas a la calzada. Lo que defendía en un principio como algo esperanzador, se fue convirtiendo en la prueba palpable de que esta infraestructura ciclista, per se, no sirve de nada si el ciudadano no está preparado mental y culturalmente para dar el paso, y si no hay un apoyo firme por parte de las instituciones municipales.
Y creo que, una vez preparado, no resultan necesarias la inmensa mayoría de las infraestructuras.


Texto, fotos, vídeos y capturas, por @deteibols
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