En una conversación con amigos acerca del cierre al tráfico de la Gran Vía, la mayoría estábamos de acuerdo en que en un futuro no muy lejano, esto sería lo normal, tal y como sucede en otras ciudades europeas.
Por tanto, empecemos a preparar el terreno a nuestros hijos, aprovechemos estas fiestas para regalarles una bicicleta infantil. Podemos darles la oportunidad a los más pequeños de empezar a desplazarse sin contaminar, con nosotros, incluso, sin la necesidad de dar pedales. Ya sabéis, esas bicicletas sin pedales, con las que un niño se impulsa como si fuera andando, pero sobre un sillín y dos ruedas.
O para los que ya han crecido un poco más, aunque sea apostando por bicicletas con ruedines… De ahí podrán dar el salto a las 24 pulgadas, incluso, para adolescentes las BMX, o, las «antiguas» 26 pulgadas, cuando ya estén preparados para sus primeras aventuras «en solitario».
¿Qué conseguiremos? Prepararles para esa ciudad futura sin coches, donde disfrutaremos de aire limpio, coches eléctricos y silenciosos y, siempre según la versión de cada cual, o bien una infraestructura fantástica de carriles bici o bien una integración total con ese (escaso) tráfico.
A lo mejor el lector más crítico percibe cierta ironía en estas lineas, y puede que así sea. No es que no me guste ese futuro, otra cosa es que lo vea factible. Lo único que es seguro es que podemos dar un extra de concienciación como regalo estas navidades, que todos recordamos lo que supuso esa primera bicicleta, esos momentos aprendiendo a montar en bici con nuestros padres o hermanos, las primeras rutas, las primeras caídas o la libertad a lomos de nuestras bicicletas de la infancia. Regalemos eso y mucho más estas navidades. Nuestros pequeños, nuestro futuro, se lo merecen.