La hemeroteca confirma que la Sección Ciclista de la Unidad de Protección del Medioambiente (*) de la Policía Municipal de Madrid fue presentada a Álvarez del Manzano en el Retiro, allá por junio de 2001. Y la historia, que por ahí y por otras zonas verdes, se quedaron esos pintorescos agentes desarrollando su ecológico cometido con sus despampanantes luces y su ruidosa sirena “a batería”.
En el año 2008, ya con Gallardón, y aprovechando la versatilidad del vehículo, dieron el salto a las zonas más céntricas de la capital, con una función policial “disuasoria” que venía muy bien para ahuyentar a carteristas y rateros. Sus MTB, ya sin “alarmas”, habían dejado de rodar por la tierra para compartir acera con los peatones, muchos de ellos, je, turistas. Ciclistas a los que reconducir por entonces, pocos.
Del parque a la acera y de la acera al parque, siguieron pedaleando por los senderos de la Casa de Campo detrás de las balas perdidas y vigilando a pescadores y grafiteros por el Parque Lineal del Manzanares. Así, hasta toparse con los ciclistas de “carreras” y con los dueños de perros sin atar en ese engendro de senda ciclable que Gallardón inauguró en el 2011 con el nombre de Madrid-Río. Paciencia infinita, que tienen.
En agosto de 2013, el Ayuntamiento daba cuenta que la unidad ya contaba con 20 agentes a los que Ana Botella subía en verano a la Plaza Mayor y alrededores para que los turistas se tomaran una relaxing cup de café con leche con la mayor tranquilidad posible. Como no pudo ser lo de los JJOO, Anabé, nos legó, a mayor Gloria del ciclismo urbano madrileño, BiciMAD (2014). Y ya en el mundanal ruido de los ciclocarriles-30, nuestros policías se afanaron en encauzar ese caudal de inexpertos ciclistas que tan poco aprecio tienen por los semáforos en rojo. Y eso, sin olvidar su impagable contribución al Proyecto STARS con los escolares que dura ya tres años.
Hoy en día, resulta frecuente ver a cualquiera de los 29 agentes y 16 bicicletas que forman parte de la Sección, ciclocarrileando o llamando la atención a cicleatones y a “sordos” con auriculares. La media de edad de los agentes es de 35 años y realizan unos 30 km diarios, a paso lento, por lo que ni se plantean pedir e-bikes. En breve, serán 25 más y, por lo que me cuentan, cada vez más ciclistas, más urbanos y más educadores. Porque, aunque son jóvenes, policías y llevan casco, que nadie piense que esto es Pacific Blue.
Quedamos con el subinspector Sanz, responsable operativo de la Sección, con el cabo que gestiona la organización del Proyecto STARS y con un portavoz del Área de Comunicación y Protocolo para que nos expliquen algunos detalles de la operativa diaria y, patrullando con ellos, descubrir cómo son las relaciones con los ciclistas del Madrid.
La Unidad y la Sección
La Unidad de Medio Ambiente tiene su sede en la calle Ganadería, en uno de los pabellones de la antigua Feria del Campo. En ella se aloja la Sección Ciclista de la Policía de Madrid. El emplazamiento les viene al pelo para trabajar en la Casa de Campo y les conecta en un «pispás» con Madrid-Río a través de la acera-bici de la avenida de Portugal.
En el aparcamiento, mucho vehículo sostenible: Dos Renault ZOE cargando baterías; Varias motos sin tubo de escape, a prueba, que sorprenden, tanto la de carretera como las de campo, por su aceleración, autonomía y ausencia de ruidos. Definitivamente, mi Agogs Tracer no desentona en un entorno tan sostenible.
El garaje y taller mecánico de las bicicletas, todas MTB convencionales, se encuentra en la planta baja. A la derecha, colgadas de la rueda delantera, las del último modelo, la azul, y a la izquierda, las del anterior, las Trek /Otero blancas/azules. En las dependencias, además del Control, los sonómetros, los lectores de chip para perros y una “exposición” de aves protegidas, perfilan las funciones de esta Unidad verde.
Operativa y zonas
El servicio diario de la Sección se desarrolla en dos turnos. En el de mañana hay veinte agentes, y en el de tarde, los nueve restantes. Lo más habitual es que tres días por semana los dediquen al Proyecto STARS, dando clases teóricas y prácticas o acompañando algún bicibús. También participan en sus marchas, en charlas y en el Día Sin Coches, al que se apuntaron también en la última edición los Agentes ciclistas de Movilidad.
En cuanto al patrullaje, se divide en tres apartados: O bien lo dedican a parques en exclusiva, o a Madrid-Río más otro parque, o a recorrer los ciclocarriles, para lo cual tienen diseñados tres recorridos circulares. Hasta que se produzca la ampliación prevista de plantilla, será difícil que los veamos en los distritos más extremos.
Cada una de las zonas por las que circulan tiene sus peculiaridades. Así, la Casa de Campo representa para ellos el mayor de los problemas, no sólo por su elevada siniestralidad debido al uso deportivo, sino por el deterioro que causan al entorno los ciclistas al circular por los senderos, que les están prohibidos. En este sentido, nos recuerdan que se trata de un parque y que resulta imprescindible la buena convivencia con los caminantes.
En cuanto a Madrid-Río, aparte del error de concepto, coinciden en destacar que la principal infracción es la elevada velocidad de circulación. Los ciclistas urbanos están más concienciados y respetan a los peatones, pero la mayoría de los que circulan con MTB o bicicleta de carretera siguen sin entender que no se trata de una pista de entrenamiento. Y nos recuerdan, por ejemplo, que hay que bajarse de la bici para cruzar las pasarelas sobre el río.
PINCHA VIDEO: PATRULLANDO CON LA SECCIÓN CICLISTA DE LA POLICÍA DE MADRID
Por último, en zona urbana, y en contra de lo que pudiera pensarse, destaca la escasa siniestralidad. Coinciden en que la mayoría de los ciclistas urbanos que usan la bicicleta como medio de transporte, respeta las normas y sabe circular entre los coches. Sin embargo, son muchos los usuarios ocasionales de BiciMAD que se saltan los semáforos, circulan con auriculares o por la acera. Quizás, apuntan, fuera necesario una campaña específica con ellos.
Conclusiones
En general, con los ciclistas, percibo que realizan una función preventiva y educadora, más que dedicarse a sancionar, que también lo hacen. No es la primera vez que me reúno con agentes de esta unidad y todos coinciden en destacar que la integración de la bicicleta en la ciudad es una cuestión de educación y de tiempo, y quizás por ello hacen tanto hincapié en el trabajo continuado con los escolares. Me da la sensación de que el hecho de realizar su trabajo policial en bicicleta les acerca más a la mentalidad del ciclista y eso facilita la comunicación. Me agrada mucho saber que confían en la integración de la bicicleta en la calzada y en las posibilidades de los ciclocarriles por los que circulan casi a diario.
Para terminar, les pregunté si introducirían alguna modificación en la Ordenanza de Movilidad vigente y respondieron que si: la obligatoriedad del casco para todas las edades. Y aprovecharon para recomendar el uso del chaleco reflectante.
por @deteibols
(*) En la actualidad Unidad de Medio Ambiente (UMA)
Agradecimientos: Juan Antonio Méndez (Museo de la Policía Municipal de Madrid)