Madrid, a 20 de junio de 2019.
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Valencia, es la tierra de las flores, de la luz y…de los autobuses municipales, “híbrid”, color arco iris. Y de los turistas, miles y miles, en bici con caja de madera y por cualquier sitio. Y de empoderadas mujeres, gracias al carril bici y a Valenbisi, dando pedales en cualquier tipo de bicicleta y a su propio ritmo. Y de ciclistas sin casco, en ropa de calle y, ay de mi, que se saltan esos los semáforos ciclistas para recuperar el tiempo que pierden circulando tan des-pa-ci-to. En este rincón privilegiado de tierra mediterránea, acogedora como pocas, plana como una tabla, que puedes atravesar en 25 minutos por calzada libre, o ir a la playa en media hora por un carril bici, me aseguran los veteranos, que ya había bicis antes de la llegada del famoso concejal ciclista Giuseppe Grezzi, y que los colectivos ciclistas, han hecho mucho por ello. Ahora, sin embargo, parece que se ven más y se habla más de ellas. Y por eso vengo.
FUEGOS ARTIFICIALES
He esperado a que acabaran los fuegos artificiales, la propaganda electoral, para hacer las fotos y los vídeos a pie de calle. Para mirar al frente y hacia la calzada libre, en vez de al cielo. Y a ambos lados, hacia el carril bici. Y a los pobres peatones, sorteando ciclistas y vemeperos en una interminable red de aceras bici. Venir en plena mascletá ciclista, me habría impedido escuchar el insoportable y pertinaz ruido de los motorizados. Más bicis, por el momento, no son, apenas y por mucho bombo y platillo que toquen, menos coches. Ni mucho menos, este aumento sostenible, ha mermado su capacidad de expulsar ciclistas de la circulación o de mantenerlos sobre las aceras bici de baldosa roja ,y red carpet en cada cruce, de la difunta Rita.
Las denominadas “grandes vías” y las autopistas urbanas de cuatro, cinco y seis carriles por sentido, las rotondas de paella 3XL o los estratégicos “robos” al coche, que son los de la calderilla que dejaría de propina Amancio Ortega tras tomarse un café con churros, son la muestra evidente de que, en esta maravillosa ciudad, sigue mandando el de siempre. El coche. Y así, y a pesar de una futurible peatonalización de la Plaza de la Reina que alcance a la del Ajuntament, va a seguir siéndolo. A mi me parece que las bicis valencianas nos deslumbran. Es el flash de Grezzi, que te conduce, una y otra vez, a ver muchas bicis y a no ver los coches que siguen dominando la calzada urbana. Comprueba, si no me crees, su poder depredador en la anchura de este viario que es de lo más representativo de lo que te puedes encontrar en esta ciudad.
¿Esto es un ROBO al automovilista, a mano armada, o la calderilla de Amancio Ortega?
Sorprendentemente, este status quo, esta desiquilibrada relación de poderes y de espacios, este posibilista y turístico encaje ciclista, parece contentar, salvo ventajistas políticos y algunas excepciones, a todo el mundo. En primer lugar, a la mayoría de los ciclistas y, en particular, al colectivo ciclista mayoritario de Valencia en Bici, del que surgió el propio Grezzi, y que ha sido su órgano de movilización y promoción, claro, durante estos cuatro años. En segundo, y mucho más importante de lo que había valorado en un principio desde Las Tablas, al boyante sector del turismo en bicicleta, una prolongación sostenible del Turismo de toda la vida que llena los hoteles de bicicletas. Cualquier cosa que os cuente en este sentido, se quedaría corta. Los holandeses, como en su propia casa. ¿Para cuando unos contadores de bicis que discriminen entre ciclistas locales y foráneos, y que no sumen churras a merinas? Todas ovejas, por cierto.
Y, en tercero, a los automovilistas que, salvo los primeros rebrincos por la pérdida de aparcamiento o por esa tortícolis carrilbicera al negociar los cruces del bidireccional Anell, se siguen moviendo, como peces, en el agua de Valencia. Las calles Colón y Guillem de Castro, la parte mollar del Anell, han sido un pelín adelgazadas y, de haber habido un mínimo del valentía política, deberían haber sido ser territorio yu-yu para los motorizados y gloria bendita para los peatones. Pero siguen atravesando el centro de la ciudad como Pedro por su casa, y los motores, impiden escuchar los miles de timbres que suenan frente a la Estació Nord. ¿Cual es el paso siguiente, ampliar el carril bici? No creo.
Por otra parte, tenía claro que ni el escenario ni el enfoque habrían sido los mismos con un cambio de gobierno municipal, como en el Madrid de Martínez Almeida y la castración, sin anestesia, de Madrid Central programada para el próximo 1 de julio. En esta Valencia ciclista, había mucho ruido político y mediático acerca de los carriles bici de Grezzi y muchos torpedos “populares” dirigidos a la línea de flotación de un ciclopopulismo, sólo contra eso, queridos carrilbicistas, que ha contribuido, por los pelos, a la reelección de Joan Ribó como alcalde ciclista. Todo un ejemplo de movilidad sostenible que tenía que ser reconocido por este activista ciclista urbano de Madrid, y alrededores.
Seguimos en ascuas por conocer el destino que le espera a nuestro apuesto concejal de la Brompton. Ya, un político con bici que no ha tenido la decencia de recibirme tras habérmelo prometido mientras celebraba su reelección como concejal frente a nuestra mesa. Le quedará el derecho de réplica y/o pataleo. O el de la propaganda institucional, que tan bien maneja.
LA NUEVA ORDENANZA CICLISTA, A EXAMEN
La Ordenanza de Movilidad recién aprobada por el Ayuntamiento de Valencia nos da las claves de lo que han sido estos últimos cuatro años de «cocción» y de lo que será la movilidad ciclista de la ciudad en adelante, del Modelo. Para que nos hagamos una idea de cómo caza la perra, un detalle. Si pones “carril bici” en el buscador del documento, aparecen 31 referencias. Si pones “carriles bici”, en plural, otras 20. Por comparar, en la Ordenanza de Movilidad Sostenible de Madrid, en vigor desde octubre de 2018, hay 3 y 4 referencias, respectivamente. Sin lugar a dudas, el modelo ciclista de Valencia, de movilidad local y turística, el que multiplica los panes, los peces y la estancias hoteleras, está basado en la segregación organizada de los ciclistas. Todo, absolutamente todo, gira en torno al carril bisi. Fuera del carril bici, como explicaré, hay una libertad condicionada. Apenas cuentas. Vamos, que no cuentas.
En el concepto “carril bici”, el zorro de Grezzi, el que vende revolución ciclista contra el uso del coche a precio de encaje de bicicletas, hace trampas. Si no pedaleas la ciudad de cabo a rabo y te guías por los comentarios en RRSS, no eres capaz de apreciar la inmensa cantidad de aceras bici existentes. He pedido oficialmente un desglose, sin éxito, de la tipología de vías ciclistas de la ciudad porque, la propaganda grezziana sobrecarga el peso del Anell (apenas 5 kms), el concepto de «robo» de espacio al coche y el carril bici en calzada, pero no diferencia entre unos modelos y otros en la información pública. Se vende segregación, al peso. Te mandan al carril bici, «siempre», y no se informa de cómo circular fuera de él. Hay que ser más honestos y eficientes comunicando.
El flash de Grezzi, que goza de tanto atractivo turístico acerabicero y cicleatonero, se sirve la extensísima red de aceras bici bidireccionales “populares” que usurpan sin complejos espacios peatonales mientras, al lado, hay autopistas urbanas intocables, o una simple calle 30km/h, o una zona peatonal más o menos ancha. La nueva Ordenanza, hace la ley y hace la trampa con ellas. No se van a quitar. Anuncia que no se harán más, pero legaliza el retorcimiento y estrechamiento de las zonas peatonales en base a un “salvo pequeños tramos puntuales, por razones excepcionales claramente justificadas”. La justificación, es dar continuidad al carril bici, claro. En este vídeo de la vuelta desde el Puerto puedes comprobar esta nefasta simbiosis. Las segregaciones, se retroalimentan.
Si a eso tenemos que añadir que los trazados de los Jardí del Turía/Viejo Cauce que son senda bici, al igual que algunos tramos del Anell, además de las conexiones entre itinerarios o para bordear las»jodonas» paradas de autobús, nos encontramos con que el modelo ciclista de Valencia es más de lo mismo, pero punto cero. El Compromís, el compromiso, progre pro-bici con el PP casposo y anti-coche, es perfecto. Lo que le ha jodido al Partido Popular, es que Grezzi les haya ganado la baza sostenible. La bici, el carril bici, hoy por hoy da votos en Valencia. Y dinero.
En cuanto a la normativa que regula la circulación de bicicletas por la calzada libre, la Ordenanza, la norma que nos ampara, parece más garantista- no era difícil- que la anterior de 2010. Pero, su objetivo principal, es reconducirte al carril bici, transmitir, que la calzada libre de Valencia, que Grezzi denomina- ¡Toma declaración de principios! «de los motorizados», es para uso de unos ciudadanos ciclistas veloces, muy preparados y que van a tener que defender día a día -solitos- ese derecho. Y todo ello, en contraposición a los acogedores carriles bici en los que te cuentan como si fueras un héroe. El «legislador», no crea las condiciones, que pasan por un calmado y restricción del tráfico entre otras muchas propuestas, para que te integres en la calzada libre, sino, qué cosas, para que te salgas de ella. ¿No son deliciosamente mamporreros del lobby?
Esa concepción de la existencia de una calzada urbana para los «motorizados», reprogramada frente a una tendencia que iba en la dirección contraria con el Modelo Madrid, y otra, para bicicletas y VMPs, es la esencia dogmática que acabará por regalar el usufructo de la calzada urbana de las ciudades del próximo lustro al e-car que llega, a la Neo Movilidad. Con este desigual reparto, con esos muros que ocultan una derrota ciudadana frente al poder del coche, Grezzi, despodera de por vida al ciclista para engrandecer al neo automovilista en «su», definitivamente, territorio . Y, lo que es peor, lo vende como todo contrario. Todo esto de la Movilidad Sostenible…: ¿Se trataba de cambiar coches por bicis y por transporte público, o de rentabilizar la exclusión masiva de los ciclistas de la calzada «de los motorizados»?
Así, si entonces se estipulaba en el artículo 36 de la extinta Ordenanza de Circulación que «las bicicletas circularán por las vías y carriles señalizados y habilitados al efecto» (una obligación) ,que «en ausencia parcial o total « de éstos «lo harán por la calzada» (reinaba la acera bici), y que se circulará en ella «por los carriles más próximos a las aceras (una cárcel) pudiendo (¿o no?) ocupar la parte central de estos», ahora, en una ciudad petada de carriles bici, esta reglamentación se ha adaptado.
Así, queda medianamente amparada -ni comparación con Madrid, otro mundo – la circulación por el centro del carril (Art. 34), aunque ese «preferentemente», que maquilla el «pudiendo» de Rita, deja abierta la puerta a eso que Pedalibre quiso colar en las alegaciones madrileñas como el «derecho» a circular pegado a la derecha, y que no es más que sembrar dudas acerca del uso de ese plus de seguridad que es la circulación por el centro del carril.
No hay que olvidar, que Grezzi acaba de anunciar, cartelón en mano, que la ciudad contará con un 65% de calles de un sólo carril con limitación a 30km/h que, aquí, vienen definidas por el concepto «ciclocalle», y que esa preferencia de la bicicleta que se le otorga debería radicar, fundamentalmente, en un refuerzo del derecho a usar el centro del carril, que no debería sembrar dudas. No estorbamos ni debemos apartarnos, tampoco a 30.
La nueva Ordenanza también mejora, radicalmente, la libertad de elección de uso de los diferentes carriles de circulación con este aseado «podrán circular por los otros carriles cuando vayan a cambiar de dirección o cuando lo precisen y podrán adelantar y rebasar a otros vehículos por la derecha o por la izquierda, según sea más conveniente para su seguridad». Sobre esta base, el ciclista deja de ser un «piernas», un proscrito, y puede hacer un uso legal de toda la calzada urbana, salvo del carril reservado al bus-taxi, del que acaban de ser excluidas, no sin quejas, las motos. Sin embargo, no busques ningún ciclocarril 30, como los más de 300 kms de ellos que hay en la capital, que refuerce tu derecho a circular en libertad por cualquier carril, o mismamente, al lado de un carril bus. La libertad, es cosa tuya y allá te las apañes, ché. O tronco, en mi caso.
En cuanto al supuesto avance que supone la no obligatoriedad de uso de los carriles bici, tal que así, mola, pero hay trampa. Nuestro colega de @ValenCicleta se vino arriba demasiado pronto con esta supuesta libertad de elección que, desde el Ajuntament no están demasiado dispuestos a cacarear a los cuatro vientos. Lo mismito que la Inés Sabanés que hemos padecido durante cuatro años, que se ha marchado si decir a los madrileños que los carriles bici de Manuela Carmena no eran obligatorios, salvo señalización expresa que así lo indicara. Se ve, que una cosa es la libertad de elección y otra, deben pensar, es que los ciclistas se vengan arriba, pidan más y esto de la bici se convierta en una revolución urbana sostenible. Y no se trata, queridos «verdes» de eso. ¿Eh? Del carril bici, que nos os cuenten cuentos, no se sale. Para eso los hacen.
Honra a Grezzi, –y sigue avergonzando a un Ahora Madrid que las ha mantenido-, que, salvo en la zona del puerto y en un tramo en calzada de «autopista» que conduce a las facultades, bien puesta, hayan desaparecido las r-407-a, lo cual descarga legalmente al ciclista, incluso en caso de siniestro, que elige no encarrilarse. Pero, ojito, que la Ordenanza le dice a los automovilistas valencianos que tienes que usar los carriles bici “preferentemente” y, encima, con lo que han costado… ¿Cómo te vas a meter por una autopista urbana si hay una acera bici o un carril bici al lado y hay treinta holandeses, en fila india, usándolo?
Así, queridos, es como se convierte en terreno vedado la calzada «de los motorizados», se perpetúa la autopista urbana y te endosan tu “exclusiva” parcelita, quedando anulada de por vida cualquier posibilidad de cambio en cuanto a Movilidad Sostenible. Y eso que, comparado con Madrid, en Valencia el motosahring aún es testimonial y el carsharing, no existe. ¿Hay VTCs? Ya llegarán todos ellos, porque, el escenario, está montado y la contaminación de los cruceros, apretará para forzar una reconversión del parque automovilístico de la que la verde Sabanés se jactaba, que cosa más liberal esta mujer, de haber pilotado con éxito.
La Ordenanza ciclista de Grezzi, es de esas que te dice que tienes el derecho, que si, que claro, que viva la libertad, pero que, en la práctica, nadie va a mover un puñetero dedo para que lo ejerzas sin encabronarte a diario. De esas, que pretende que, los conductores de coches, se conviertan en una especie de guardianes de la calzada que te expulsen a pitos porque circulas, a su criterio, claro, a una velocidad, como se refleja en el articulado, “anormalmente reducida”.
Ese detallito, convierte al ciudadano que circula en bicicleta, salvo que entrene con Indurain, en un estorbo para la movilidad del coche en una ciudad sin cuestas, y está fabricado para proporcionarte un oasis carrilero frente a los rigores del desierto, que es lo que hacen con la calzada urbana. ¿Calmado del tráfico? Já, según dónde. ¿Derecho del ciclista a circular a la velocidad que más le convenga? Ja, a criterio del furgonetero. ¿Queda claro quien es el mamporrero del lobby, el ciclopopulista, o te hago un plano? El ciclista, es lento, y tiene todo el derecho a serlo en la calzada urbana libre.
Hablo con conocimiento de causa porque he pedaleado mucho durante seis días por fuera y por dentro del redil, y lo tengo grabado para que nadie me diga que invento o manipulo. Aunque, hay que reconocerlo. ha habido de todo y ha habido muchas veces en las que que no me han pitado, respetando mi derecho a circular por el centro del carril. Sin embargo, recuerdo cómo el primer día, subiendo hacia el hotel con la bici de alquiler de Valencia Bikes, fui muy pitado en la Gran Vía de Ferrán el Católic, en la que no hay carril bici. Paradójicamente, la respuesta de Activici Valencia, una extensión en RRSS de Valencia en Bici, fue calificarme como un héroe. ¿El hambre, y las ganas de comer? ¿Ser un héroe, por hacer lo que hago a diario en Madrid?
Esta corriente posibilista, en cierto modo, de derrota ciudadana, que no sólo ciclista, frente al poder del coche, es coincidente con la tendencia política que ha gobernado en Madrid durante cuatro años, y que ha tenido como cabeza visible al mini-Grezzi de Ramón Linaza al frente de un grupo ciclista de objetivos coincidentes como es Pedalibre. El mérito de colectivos ciclistas como Ciclistas Urbanos de Valencia, con el bueno de Antonio Mateu al frente, es resistir, luchar y abrir la puerta a la esperanza en cuanto a un verdadero cambio de movilidad llegue a Valencia. Aunque, cada centímetro de segregación que se implementa, son diez años de retraso en levantar la losa del coche que tanto pesa ya. Tu bicicleta, compta, si entras por el aro. Fuera del redil quieren que seas un activista.
LOS CARRILES BICI
En cuanto a los carriles bici en calzada, todos bidireccionales, excepto el experimental que se muestra a continuación, funcionan y se señalizan así.
Descartando de antemano esos engendros en algunos barrios que deben de proceder de la edad de piedra por sus vueltas, revueltas y burladeros de cemento, y las ominosas aceras bici “populares”, lo primero que hay que decir es que se trata de carriles bici en los que, por lo general, hay que circular muy despacio y con ojo avizor al cruce y paso de los peatones, debidos e indebidos, sobre todo en las zonas más céntricas y turísticas que es por donde discurre el Anell.
Esa sensación de seguridad y esa relajación que te proporciona el circular durante un tramo en paralelo al tráfico, o sobre uno de los muchos puentes segregados, hay que desactivarla al gestionar cada cruce, semaforizado o no. Cuando circulas en un carril bici, más tarde o más temprano acabas formando parte del tráfico. No, no circulas en una burbuja. Ni aunque estés rodeado de colegas. Yo me he pegado varios sustitos, que he suplido con mi experiencia, y he visto bastantes conatos de accidente. Ni que decir tiene, que si te saltas el rojo, cosa demasiado frecuente por esta ciudad, te van a voltear más temprano que tarde. Si no te ven en los giros cuando te esperan, imagina cuando no te esperan.
La Ordenanza hace hincapié en el asunto de la velocidad, que es el que maquilla la cuestionada seguridad de estos carriles bici, en el artículo 33 a)1. matizando que se debe circular por ellos a “…una velocidad adecuada, sin superar los 20 km/h…”. Y hace bien en advertir, porque para gestionar los muchos cruces y la vulneración frecuente de la preferencia ciclista, a pesar de los semáforos específicos, los muchos semáforos ciclistas (colocados tras el cruce, con un paso de peatones anterior y con una línea detención muy próxima al radio del giro) y el no chocarse con el que viene de frente adelantando, hay que circular despacito. Algo posible en una Valencia plana. Imposible en el Madrid de las fuertes pendientes. El límite en zona urbana, salvo señalización en contrario, es de 45km/h, y lo aprovechamos.
Esta velocidad-tipo a la hora de circular por estos carriles bici, facilita la inclusión de muchos ciclistas que no son capaces de incorporarse a un tráfico abierto que campa a sus anchas y sin limitaciones, y les proporciona una dosis de confianza que antes no tenían para circular en bicicleta. Esto, aquí, es evidente. Hace falta un estudio más pormenorizado para saber si estos ciudadanos han abandonado el coche para realizar esos cortos trayectos o, por el contrario, usan la bicicleta como una alternativa económica al TP o para desplazarse más deprisa que caminando y, por qué no, hacer un poquito más de ejercicio. Mi percepción personal es que se acerca más al “robo” al sostenible que al coche. En este caso, habría que preguntarse cual es el objetivo por el cual se implantan las redes de carriles bici y si, como vemos, un aumento en el reparto modal de la bicicleta hace daño al coche o, por el contrario, perpetúa su poder.
Cuando se apague el flash de Grezzi, lo veremos.
Aquí, el último vídeo. La acera bici de la avenida de las Cortes Valencianas, y el poder del coche en todo su esplendor. Ver para creer.
Por @deteibols
Nota: Todos los vídeos y fotos son de la autoría del autor, excepto foto-montaje de @ValenCicleta, y haces muy bien en usarlos a tu conveniencia.
Agradecimientos: A Juan Barberá, Antonio Mateu y a todos aquellos ciudadanos que han colaborado en la elaboración de este reportaje.