La economía de las dos ruedas: el impacto económico del cicloturismo en zonas rurales

El cicloturismo ha dejado de ser una actividad de nicho para convertirse en un verdadero motor de transformación para la España rural. En un país que lucha contra la despoblación, el desempleo y la falta de oportunidades en muchas de sus comarcas interiores, el turismo en bicicleta se presenta como una alternativa limpia, sostenible y rentable. Desde Madrid en Bicicleta compartimos la convicción de que el cicloturismo es más que una moda: es una oportunidad estratégica para el futuro económico del país.

Un crecimiento sostenido y global

Según el Parlamento Europeo, el cicloturismo mueve en torno a 44.000 millones de euros anuales en el continente europeo, con 9.000 millones generados solo por los viajes con pernoctación. Además, se prevé que el mercado mundial de cicloturismo crezca a un ritmo anual del 8,2% entre 2022 y 2030. Estos datos reflejan una tendencia clara: cada vez más personas eligen la bicicleta como medio para explorar, descubrir y disfrutar del mundo.

España, con sus contrastes paisajísticos, su riqueza cultural y su clima favorable, está especialmente bien posicionada para liderar esta transformación. Sin embargo, todavía estamos lejos de alcanzar el potencial que ya explotan otros países europeos como Francia, donde el cicloturismo genera unos 8.000 millones de euros anuales. Para lograrlo, es imprescindible redoblar los esfuerzos tanto desde la administración como desde el sector privado.

Un impacto real en la economía española

En nuestro país, el cicloturismo ya está generando un volumen de negocio anual de aproximadamente 1.620 millones de euros. Este dato, proporcionado por la Gerencia de Vías Verdes y Medio Ambiente junto a la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, se desglosa de la siguiente manera:

  • 890.000 pernoctaciones cicloturistas, valoradas en 390 millones de euros.
  • 80 millones de excursiones diarias, que aportan alrededor de 1.230 millones de euros.

El gasto medio diario de un cicloturista se estima en 57,08 euros, lo cual se distribuye en:

  • Alojamiento (40%)
  • Comidas y bebidas (30%)
  • Compras, transporte o actividades locales (30%)

Estos datos no solo reflejan el volumen económico que puede generar el sector, sino también su capacidad para distribuir la riqueza de manera descentralizada. A diferencia del turismo masificado que concentra ingresos en determinadas zonas costeras o urbanas, el cicloturismo reparte beneficios en pequeñas localidades, fomentando un modelo más equitativo y resiliente.

La España rural: territorio con potencial

El término “España vaciada” se ha convertido en un símbolo de las desigualdades territoriales que sufre el país. Municipios con menos de mil habitantes, envejecimiento de la población, cierre de servicios públicos y ausencia de oportunidades laborales son realidades comunes en muchas provincias del interior. En este contexto, el cicloturismo puede actuar como una palanca de cambio real.

Muchas de estas zonas cuentan con una infraestructura natural privilegiada: rutas forestales, caminos históricos, vías verdes, carreteras secundarias con bajo tráfico y paisajes que enamoran. Si a esto le sumamos la hospitalidad local, la gastronomía tradicional y la herencia cultural, el resultado es una experiencia cicloturista auténtica y altamente competitiva.

A modo de ejemplo, el Camino del Cid, la Vía de la Plata o la Ruta de Don Quijote son rutas con gran potencial que ya están atrayendo a cicloturistas nacionales e internacionales. Pero todavía hay mucho terreno por explorar, señalizar y promocionar.

Una red de carreteras ideal

España dispone de una red de carreteras única en el mundo. Según datos del Ministerio de Transportes, buena parte de nuestras vías interurbanas presentan una densidad de tráfico baja o muy baja. Esto convierte al país en un escenario ideal para los cicloturistas que buscan rutas seguras, variadas y con paisajes espectaculares.

Donde no hay una vía ciclista habilitada, suele haber una carretera secundaria perfectamente apta para pedalear. Además, muchos visitantes extranjeros destacan el respeto que sienten al circular por nuestras carreteras, una percepción muy positiva que debemos consolidar con campañas de sensibilización y mejoras en la señalización ciclista.

Más allá del turismo: desarrollo sostenible y cohesión social

El cicloturismo no solo contribuye al crecimiento económico, sino que lo hace de manera sostenible. Se trata de una actividad con bajo impacto ambiental, que fomenta hábitos de vida saludables y promueve una interacción respetuosa entre turistas y residentes. Además, estimula la economía circular al generar oportunidades para negocios locales como casas rurales, talleres de bicicletas, bares, guías turísticos, artesanos y comercios de proximidad.

Esta modalidad de turismo favorece la creación de empleo estable, especialmente en sectores vinculados al turismo activo, la hostelería o la conservación del patrimonio. También puede contribuir a frenar el despoblamiento, al ofrecer nuevas perspectivas de vida a jóvenes emprendedores que deciden quedarse —o volver— a sus pueblos para iniciar un proyecto vinculado al cicloturismo.

El papel de las administraciones públicas

Para aprovechar todo este potencial, es necesario que las administraciones públicas integren el cicloturismo en sus políticas de desarrollo territorial, transporte, turismo y medio ambiente. La reciente Estrategia Estatal por la Bicicleta es un buen punto de partida, pero debe ir acompañada de medidas concretas, financiación estable y coordinación entre administraciones.

Algunas medidas clave podrían ser:

  1. Mejorar la señalización y mantenimiento de rutas ciclistas.
  2. Crear incentivos para alojamientos bike-friendly.
  3. Impulsar programas de formación y certificación profesional en guías de cicloturismo.
  4. Desarrollar campañas de promoción internacional de España como destino cicloturista.
  5. Apoyar iniciativas público-privadas que dinamicen rutas concretas.

La importancia del sector privado

No todo debe recaer en las administraciones. El sector privado también tiene un papel crucial en el desarrollo del cicloturismo. Desde tour-operadores especializados hasta pequeñas empresas locales, pasando por startups tecnológicas que facilitan la reserva de rutas o la gestión del equipaje, hay un enorme margen para la innovación y la colaboración.

En este sentido, distintas plataformas como Pedal Spain han propuesto la creación de una marca-país potente y cohesionada, capaz de posicionar a España como uno de los destinos cicloturistas de referencia mundial. Para lograrlo, es fundamental que las divisiones administrativas no sean un freno. La promoción debe ser transversal, rompiendo barreras provinciales y autonómicas para ofrecer una imagen unificada y atractiva.

Casos de éxito e inspiración

Existen múltiples ejemplos que demuestran cómo el cicloturismo puede revitalizar territorios enteros:

  • La Vía Verde de Ojos Negros, que conecta Teruel con Valencia, ha generado un ecosistema turístico de alojamientos rurales, alquiler de bicis y gastronomía local.
  • El Geoparque de la Subbética en Córdoba, con sus rutas señalizadas y apoyo institucional, ha logrado atraer a visitantes todo el año.
  • La TransAndalus, una ruta circular que recorre toda Andalucía por caminos rurales, está siendo cada vez más valorada por cicloturistas extranjeros.

Todos estos ejemplos tienen algo en común: la colaboración entre instituciones, empresas y sociedad civil. Esa es la clave para que el cicloturismo sea un verdadero instrumento de transformación.

Retos a superar

Pese a los avances, todavía existen barreras:

  • Falta de conectividad entre rutas.
  • Escasez de infraestructuras específicas en ciertas zonas.
  • Débil promoción internacional.
  • Baja digitalización del sector en entornos rurales.
  • Reticencias culturales hacia la bicicleta como medio de transporte.

Superar estos retos exige una visión a largo plazo, una inversión decidida y, sobre todo, una narrativa compartida que coloque a la bicicleta en el centro del nuevo modelo turístico del país.

Conclusión: pedalear hacia el futuro

El cicloturismo no es una moda pasajera. Es una oportunidad real para transformar la España rural, diversificar su economía, atraer talento y visitantes, y contribuir a un modelo más sostenible y humano. España tiene todos los ingredientes para liderar esta revolución tranquila sobre dos ruedas.

Desde Madrid en Bicicleta seguiremos impulsando la visibilidad de esta modalidad de turismo, sumando fuerzas con entidades públicas y privadas, y apostando por un futuro donde la bicicleta no sea solo un medio de transporte o una herramienta deportiva, sino un vehículo de desarrollo económico, cohesión social y regeneración territorial.

Porque pedalear es avanzar. Y avanzar es construir un país más justo, equilibrado y en movimiento.

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