Y los coches (des)aparecieron

Llegó la última semana de Agosto. Como cada año, después del paraíso en que se convierte la ciudad para los ciclistas, se esperaba que los coches fueran reivindicando su sitio. Pero esta vez fue diferente. Esta vez, gracias al sistema de alquiler público de bicicletas BiciMAD (y eso que empezó siendo un desastre), gracias a la labor de concienciación de muchos como la web enbicipormadrid, Ciclosfera, Muevete en bici por Madrid, Pablo León, Pedro Bravo, la bici crítica, la bici cívica, y ese largo etcétera de gente que lucha por una movilidad sostenible y a pedales, parece que los coches se han quedado en casa.

Antes, la vuelta paulatina a los atascos iba precedida de conductores que aprovechaban lo vacías que están las calles para correr un poquito más, adelantar por la derecha y pasar los semáforos en rojo «in extremis». Las calles pequeñas seguían vacías, pero las principales arterias de la ciudad son las primeras en llenarse de coches. Unos cabreados porque se les acabaron las vacaciones, otros pensando que las suyas comienzan en Septiembre. Y fíjate, este año no ha sido así. Todo empezó cuando me crucé con un amigo, vestido de traje, utilizando una de las bicicletas de BiciMAD, en pleno Alfonso XII: «¡Hombre! ¿Qué tal las vacaciones? ¿Qué haces en bici?». Tras contarme cómo había disfrutado con su mujer e hija en la playa, me confiesa «[…]Me viene genial para venir a trabajar y para moverme a reuniones». Coño, esto es nuevo. Al día siguiente, casi en el mismo punto, una chica, sin chaleco reflectante, vestida para ir a trabajar, me pasa tranquilamente por la izquierda en otra de esas bicicletas eléctricas del alquiler público. Vale, se salta dos semáforos, pero la clave es esa, no hay coches. Dos días después, mientras estoy parado en un semáforo, cruzan otros dos en la perpendicular y llega otro ciclista a mi altura. Compruebo que algún ciclista más veterano se suma a circular por la calzada prudentemente, no sin antes comprobar que no hay peligro. Esto va bien.

Al cabo de una semana ya no soy capaz de memorizar cuantos ciclistas me cruzo, o sus bicis… El resto del mundo, pendiente de cómo funcionaría un sistema de alquiler público con bicis eléctricas, de pago y con una infraestructura mínima, se asombra por la facilidad con la que los madrileños han aceptado el reto. Hasta los que gobiernan se han rendido y han ampliado BiciMAD y modificado las tarifas. Sevilla o Conpenhage miran hacia atrás y empiezan a sentir nuestra rueda. Se están modificando los semáforos, cambiando calles de sentido único a uso bidireccional permitido para bicis. ¿Quién decía que Madrid no era una ciudad hecha para las bicicletas? ¿Quién se quejaba antaño de las cuestas? Incluso los comercios de la zona centro están tirando del consumo de la capital, referente para la economía del estado con su repunte… Y es que como era previsible, el transporte en bicicleta ha vuelto a conectar a la gente con muchos negocios locales. Ya no hace falta el coche para todo. Ya se puede uno acercar a cualquier tienda sin que lo primero que tengas en cuenta si hay un parking cerca. De hecho, hasta los centros comerciales y grandes superficies están reaccionando ante el nuevo escenario de la movilidad urbana. Hay incentivos en forma de descuento para quienes vayan en bicicleta, eventos y multitud de aparcabicis vigilados tanto en el interior como en el exterior.

Todo es perfecto, incluso podría decir que suena música de fondo mientras me muevo en bici por Madrid, como si hubieran puesto una banda sonora a la ciudad… Me fijo y poco a poco esa música se transforma en un sonido repetitivo, que va entrando en mi cerebro. ¿Será alguna pieza de mi bici? ¿Y la señal acústica para invidentes de un semáforo? No. Desgraciadamente todo se va aclarando, se acaban las vacaciones, es el despertador, son las 7:30 y tengo que levantarme para ir a trabajar. Mientras me ducho recuerdo cada foto mental del sueño que acabo de tener. ¿Y si fuera verdad? Ojalá.

Cuando salgo a la calle compruebo que todo sigue igual. Eso si, como cada día, sonrío y doy gracias por poder disfrutar yendo en bici al trabajo.

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